La llegada a Santiago de Compostela es siempre un momento de intensa emoción y orgullo. Pero después de caminar durante varios días, la vuelta a la «vida normal» suele ser muy rápida, demasiado rápida. Por eso, a veces es difícil convivir con la brecha que separa a unos de otros.
Pero los beneficios del Camino duran mucho tiempo, y nuestra visión del mundo cambia para siempre.
La sencillez, la amabilidad y la solidaridad son algunas de las pepitas que encuentras por el camino.
Luego viene el deseo de devolver lo que has recibido como peregrino.
Para algunos, será abrir una casa rural, para otros convertirse en trabajador de hospicios en refugios, ¡las posibilidades son numerosas!